ALBERTO CASARES #5:
Pero, él tenía una postura, digamos, de decir que no
le importaba la fama. Pero, yo entiendo que sí, que le gustaba la
fama. Es muy raro encontrar un ser humano que no le guste la fama.
Casi todos nos gusta tener fama , más o menos, pero ... todo
el mundo está siempre alegado por la fama. Y él siempre trataba
de mostrar, bueno," ¿por qué me hablan a mí?
¿por qué me preguntan a mí? ¿quién soy
yo? ¿Quién se va a acordar de mi obra? Yo no voy a figurar
en las antologías de la literatura." E hizo una postura así
de falsa modestia como la tiene mucha gente, pero que al mismo tiempo era
muy simpático porque realmente uno sentía de que era
verdad lo que él decía que no creía en su fama.
Lo decía tan convencido que uno realmente se lo creía. Pero
yo estoy seguro que él, en el fondo de su corazón, estaba
contento, no solamente de su fama, él se sentía muy agradado
que la gente lo quisiera, lo respetaba. El contaba con mucho entusiasmo
que de pronto él iba a tomar un café a una confitería,
y el mozo del café, el camarero, lo reconocía y decía,
"Bueno, ¿cómo le voy a cobrar al maestro Borges?"
y no le cobraba el café. Y esas cosas así le encantaban.
Tomaba un taxi en la calle, un auto, y el taximetrista lo reconocía
y decía, "Maestro, yo no le puedo cobrar el pasaje. Para mí,
es una emoción que te hayas viajado conmigo." Y esas
cosas a él le encantaban.